El cáncer es un conjunto de enfermedades producidas por la proliferación descontrolada de células anormales con capacidad de invasión y destrucción de otros tejidos. Este crecimiento excesivo inicialmente produce un tumor que puede generar daño a tejidos cercanos por compresión o diseminarse a otros órganos del cuerpo. Se puede originar cáncer a partir de prácticamente cualquier célula o tejido del cuerpo.
¿Cómo se comportan las células y tejidos de nuestro cuerpo?
El cuerpo está constituido por millones de células que se agrupan para formar los tejidos y órganos. A medida que se produce uso, envejecimiento y/o daño de los tejidos, las células que lo componen se multiplican, reemplazando a las células envejecidas o muertas, para así mantener la integridad y el correcto funcionamiento de los distintos órganos. En la multiplicación de una célula, ésta duplica todos sus componentes, para luego dividirse, originando dos células exactamente iguales a la original, tanto en estructura como función.
La multiplicación y división celular se produce a un ritmo determinado para cada tejido: es así como tejidos de recubrimiento (piel, epitelio del sistema digestivo), que requieren un rápido recambio, tienen una alta velocidad de multiplicación celular, a diferencia de otros tejido como el sistema nervioso, cuyas células casi no presentan multiplicación.
Otra característica importante de las células normales es que son especializadas para formar parte de un tejido específico y cumplir una función determinada: esta característica se denomina diferenciación. Es así que normalmente una célula que forma parte de un tejido no se encuentra en otro distinto, las células musculares se forman y crecen en los músculos y no en los huesos; las de los riñones no crecen en los pulmones, etc. Esto se debe a que las células, además de la función específica que adquieren en un tejido determinado, presentan moléculas en su superficie, que les permite estar unidas a células de ese tejido y no otro. Estas moléculas se denominan moléculas de adhesión.
¿Cómo se regula la reproducción de las células normales?
Aunque los diferentes tipos de células en el cuerpo cumplen funciones diferentes, todas son muy similares en su conformación. Las células tienen un centro llamado núcleo, donde se encuentra el ADN, código que contiene los genes que poseen toda la información que controla las funciones celulares. De esta forma son los genes los que deciden cuando una célula se divide, la función que debe realizar y hasta cuando debe morir. Los genes se aseguran de que las células crezcan y se reproduzcan de una manera ordenada y controlada. Durante la multiplicación y división existen mecanismos de control que detectan errores en el proceso, y tratan de repararlo, de manera que las células hijas sean idénticas a la original, y sin errores. Cuando se produce un daño celular que no puede ser reparado o una mutación en su material genético, se produce una autodestrucción celular y estas células son desechadas por el sistema inmune, lo que impide que este daño sea heredado por las células descendientes.
¿Cómo una célula normal se convierte en célula tumoral?
Cuando los mecanismos de control encargados de eliminar estas células defectuosas se alteran, el sistema permite que una célula y sus descendientes sigan dividiéndose descontroladamente, aún cuando el cuerpo no las necesita, lo que con el tiempo puede dar lugar a una masa o nódulo. Esta masa de tejido es lo que se llama tumor.
El proceso por el cual las células normales se transforman en cancerosas se denomina carcinogénesis. La carcinogénesis dura años y pasa por diferentes fases. La primera fase comienza cuando agentes externos actúan sobre la célula alterando su material genético (mutación). Una primera mutación no es suficiente para que se genere un cáncer, pero es el inicio del proceso. La condición indispensable es que la célula alterada sea capaz de dividirse. Como resultado, las células dañadas comienzan a multiplicarse a una velocidad ligeramente superior a la normal, transmitiendo a sus descendientes la mutación. A esto se le llama fase de iniciación tumoral y las células involucradas en esta fase se llaman células iniciadas. La alteración producida es irreversible, pero insuficiente para desarrollar el cáncer.
Si sobre las células iniciadas actúan de nuevo y de forma repetida los agentes carcinógenos, la multiplicación celular comienza a ser más rápida y los mecanismos de control de errores se hacen insuficientes, aumentando la probabilidad de que se produzcan nuevas mutaciones. A esto se le llama fase de promoción y las células involucradas en esta fase se denominan células promocionadas. Por último, las células iniciadas y promocionadas sufren nuevas mutaciones. Cada vez se hacen más anómalas en su crecimiento y comportamiento. Adquieren la capacidad de invasión, tanto a nivel local infiltrando los tejidos de alrededor, como a distancia, originando las metástasis. Es la fase de progresión.
¿Qué diferencias tiene una célula tumoral de una célula normal?
Las células tumorales adquieren características que las hacen muy diferentes de una células normal:
- Pierden la regulación en la reproducción, multiplicándose descontroladamente.
- Las células hijas, por la rapidez en la multiplicación, no siempre son idénticas a la original, debido a fallas en los mecanismos de chequeo de errores.
- Pierden su especialización.
- Pierden las uniones a las otras células que conforman un tejido.
¿Todos los tumores son un tipo de cáncer?
Existen tumores benignos y malignos, siendo estos últimos los que se consideran cáncer propiamente tal. En ambos casos, las células que componen un tumor presentan un crecimiento y multiplicación descontrolados. Sin embargo, la principal diferencia está en que las células que componen los tumores malignos son capaces de invadir y destruir tejidos vecinos, así como migrar a otros tejidos lejanos, donde también producen daño.
Los tumores benignos tienen células que crecen y se multiplican sin control, pero en general lentamente, dando síntomas por el tamaño del tumor formado, que comprime o “empuja” tejidos aledaños. Muchas veces las células que lo componen son muy similares a las células normales del tejido donde se forma, y nunca adquieren la capacidad de invadir o dañar otros tejidos.
Por el contrario, las células cancerosas, que forman los tumores malignos, tienen una alta velocidad de multiplicación; a medida que se vuelven más agresivas, se parecen menos a las células del tejido original, volviéndose inmaduras o desdiferenciadas, ya que por la rapidez de su multiplicación no alcanzan a desarrollarse completamente antes de dividirse. Además, las células de los tumores malignos tienen la capacidad de invadir tejidos y órganos a su alrededor (infiltración), y de trasladarse y proliferar en otras partes del organismo (metástasis). Estas células cancerosas tienden a emigrar a otros lugares, a través de la sangre o la linfa. Las células del sistema inmune suelen destruirlas, pero si sobreviven pueden producir un nuevo crecimiento en un lugar diferente, metástasis, y dañar a otros órganos.
¿Cómo sobrevive una célula cancerosa en un tejido distinto?
Una característica importante de los tumores es que mientras crecen e invaden órganos sanos, promueven el nacimiento y aumento de vasos sanguíneos propios, conocidos como vasos de neoformación, los que permiten el acceso de las células tumorales a nutrientes y oxígeno. Como los tumores tienen un rápido crecimiento, tienen un alto consumo de energía y proteínas, por lo que es fundamental la irrigación sanguínea para el desarrollo de un tumor.
El cáncer provoca daño en los órganos que invade por competencia por la energía y nutrientes con las células normales del tejido. Además, produce la destrucción directa de las células normales. Finalmente, cuando es demasiado el daño a los tejido normales, los órganos comprometidos dejan de funcionar.